Supongamos que yo autor llego contigo lector, y asi, sin conocernos, te digo que hay un dragon en mi garage. Tu, de buen humor y abierto a cualquier cosa decides acompañarme hasta mi casa y comprobar la existencia de una criatura mitologica en mi casa. Al llegar abro con conviccion la puerta de mi cochera. Tu observas esepcticamente los montones de periodicos y las cajas llenas de inservibles, esperando. Tu preguntas y yo te contesto con certeza: -Es un dragon invisible-. Preguntas por que no acercarte y tocarlo, a lo que yo contesto con rapidez y seguridad que se evaporaria en el aire. Podemos seguir asi infinitamente; yo preguntando y yo contestando y evadiendo cada una de tus teorias que demuestren la existencia de un dragon en mi garage. A continuacion y en tu mente, analisas mis actitudes buscando un perfil psicologico que te diga si en serio veo un dragon verde o tengo una necesidad de verme vinculada con un lagarto morado, grande y, por supuesto, imaginario.
Si lo digo con tanta conviccion pero no tengo pruebas fisicas como puede ser que tu sepas si digo o no la verdad. No la verdad. La verdad es engañosa y es verdad tanto para uno como para otro. Tal vez, no hay palabra para describir esto. La cuestion no es si veo o no el dragon, la cuestion es si el dragon es REAL o no. Si lo veo o no puede llegar a ser un tema de indole psicologica o incluso medica; y lo que esta en cuestion no es mi salud mental o los principios de tu profesion, esta en cuestion la realidad del dragon. Otra vez llegamos al mismo punto en el que empezamos, la realidad es distinta para cada individuo y ser humano. Asi como para un niño es real el mounstro en su habitacion y asi como para un adulto la realidad es un muñeco de peluche, ambos puntos de vista son reales. Planteando cualquier pregunta vamos a llegar a la bifulcacion de bien o mal, de realidad o no realidad, de blanco o negro. Nunca podremos saber si el dragon es o no es.
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