miércoles, noviembre 19, 2008

Licantropia ante mis ojos (parte #2)


Y ahi estaba tirada en el suelo, cubierta en mi propia sangre. Todavia seguia asimilando lo que habia pasado cuando lo vi, ante mi habia un enorme perro negro mirandome con una peligrosa convinacion de hambre, deseo, perdon, y mas deseo. No sabia que hacer, no sabia si ese era mi mejor amigo y si lo era no sabia si estaba atrapado dentro de ese cuerpo de licantropo. Nos quedamos mirando uno al otro un tiempo que pareció infinito hasta que el se acerco a mi y con ternura perruna lamio mi mejilla y mi frente. Ahi lo confirme mi mejor amigo era un licantropo. Con la misma ternura que el a mi, le acaricie la cabeza y el pecho hasta que derrepente salió corriendo hacia el jardin, me quede sentada en el suelo escuchando aullidos que se tornaban en gritos humanos. Me encoji en mi misma hasta que terminaron los gritos, de repente volvi a oir ese caminar despistado, clasico de Ferran. Levante la vista y ahi estaba, mas radiante que nunca, volviendo a se mi mejor amigo, pero conservando la sonrisa lobuna que hacía unos minutos habia visto. Con naturalidad se sento ante mi y mientras sus dedos tocaban mi cara dijo dulcemente -te deje llena de saliva- -No te preocupes, es mejor que la sangre- dije con tono ironico mirando hacia mi espalda. Con lentitud se puso a mi espalda y con la misma levanto mi blusa -Tienes la espalda destrosada- No supe que contestar hasta que el volvió a hablar -Esperame ahi y no te muevas ¿me oiste?- Asenti obedientemente con la cabeza. Cuando desaparecio de la estancia hice ademanes de moverme. volvio al instante -Por una vez en tu vida hasme caso y quedate quieta- Esta vez hice caso. Cuando regreso traia una caja blanca, un botiquin, y con inquietante naturalidad me dijo -Quitate la blusa, tengo que curarte la espalda, si no, imaginate que me va a hacer tu papa- Obedeci y al practicamente leer mi pensamiento dijo - Voy a portarme bien, ya sabes que soy un niño bueno- mientras me guiñaba el ojo. Sonrei y el sonrio a mi espalda. Cuando termino me levanto en brasos y me deposito en una de las muchas camas que habia en su casa, me cubrio con las cobijas y se sentó a mi lado. Me abrazo como si fueramos novios y dulcemente acaricio mi cabeza hasta que los dos quedamos profundamente dormidos.

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