viernes, diciembre 05, 2008

Licantropia ante mis ojos (Parte #1) Actualizada, Corregida y con todo lo que se le puede hacer a la primera parte de una novela en proceso


Y ahí estaba parada con mi enorme maleta en la puerta de mi mejor amigo, me abrió con la misma sonrisa de siempre y cargando mí maleta le dijo a mis papas (que todavía lo miran, después de varios años de amistad, con un poco de desdén) que iba a estar bien, que sus papas sólo habían salido por la comida y que regresaban en unos 15 minutos, y que íbamos a pasar toda la semana adelantando mi trabajo final de historia. Se fueron refunfuñando y seguramente preguntándose como los convencí de quedarme en casa de mi mejor amigo mientras ellos se iban de viaje. Cuando ya estaban suficientemente lejos acerco su boca a mi oído y susurró –Mis papás también se fueron de vacaciones, pero no le digas a nadie-. Caminamos hacia adentro de la casa, que tanto conocía. Llevo mi maleta a uno de los cuartos mientras yo me quedaba inspeccionando las fotos de mi amigo y su extensa familia –Bueno, vamos a ponernos a trabajar, que tu ensayo no se va a hacer solo- -No hablas en serio ¿o sí?- -Claro que si, ven ya busque en varias enciclopedias te va a encantar lo que encontré- resoplé, no era así como esperaba pasar mi semana de vacaciones en casa de mi mejor amigo, esperaba, un poco mas de diversión. Eventualmente me tuve que poner a trabajar, pero a su lado era mejor, extrañamente el tiempo pasaba más rápido cuando me sentaba a platicar, trabajar o simplemente ver televisión. De repente se estiró con una mueca de dolor. No le di importancia a su mueca y pensé que iba a pasar su brazo a mí alrededor para abrazarme. Primer error. Ni siquiera se había acabado de estirarse cuando se encogió en sí mismo e hizo muecas de dolor, dolor inhumano. Con la mayor calma que pude le pregunte: -¿estás bien?- Mi tranquilidad se desmorono, mi voz sonó rota y llena de pánico. No podía hacer nada más que verlo, el miedo de que algo malo le estuviera pasando a mi mejor amigo me llenaba de pánico. En un segundo estaba tirado de espaldas al suelo clavando sus dedos en la alfombra como si algo lo consumiera, lo único que se me ocurrió fue ponerme sobre él, después de todo alguien de mi tamaño encima de alguien se su tamaño no le haría daño. Segundo error, si su mejor amigo se encuentra en el suelo consumido por un extraño dolor inhumano NO se pongan sobre él. Le sostuve la cara y le grite -¡¡Ferrán!! ¡¡¡Escúchame!!! ¡¡Mírame!!! ¡¡¡Quédate conmigo!!! ¡¡¡Mírame!!! ¡¡¡Quédate conmigo!!! ¡¡¡Ferrán!!!- Me miraba de una manera que mortificaría a cualquiera, una mezcla de auxilio y perdón, nunca olvidare esa mirada. Auxilio y terror, mala combinación. Mientras su mirada se grababa en mi memoria permanentemente salí volando contra la pared, donde golpee tan fuerte que quede inconsciente. Lo único que recuerdo después de eso es que lo escuchaba gritar, escuchaba a mi mejor amigo gritando desgarradoramente, seguramente pensando que había matado a su mejor amiga. Desperté con dolor de cabeza, la vista borrosa, la espalda destrozada gracias al impacto contra la pared blanca, en la que ahora relucía una mancha roja, un poco menos visible que el charco de sangre en el que me encontraba.

No hay comentarios: